No es casualidad que escriba una nueva reseña de Los 4 fantásticos en La Biblioteca del Kraken pues estos días se ha estrenado el cuarto intento de llevar a la Primera Familia Marvel a la gran pantalla. Por mi parte todavía no lo he visto y tengo un hype por las nubes. Pero mientras tanto voy leyendo algunas etapas de las muchas que me faltan de las aventuras del cuarteto formado por Reed Richards, Sue Richards, Johnny Storn y el inigualable Ben Grimm.
Ésta en particular me llamó la atención por el guionista: J. M. Straczynski, un nombre que siempre asociaré a una de las mejores series de ciencia ficción jamás emitidas por la televisión como fue Babylon 5 le tengo un profundo respeto. También hace (muchos) años probé su faceta de guionista para la casa Marvel en su etapa con Spiderman.
Sea como sea me he lanzado a este volumen recopilatorio que abarca de los números 527 al 535 de la serie regular de los 4 fantásticos. Estamos hablando de finales de 2005. En este volumen encontraremos dos arcos argumentales muy diferentes en una etapa de la vida de nuestros superhéroes que podríamos llamar bastante tranquila.
Desde el número 527 al 532 tenemos una trama cósmica enfocada sobre todo a Reed Richards que es el escogido para retener toda nuestra atención. Sin desmerecer una subtrama dedicada especialmente a Sue y alguna pincelada curiosa para Ben Grimm (con dilemas de nuevo rico pero que acaban apuntando al problema de siempre de Ben) debemos decir que Johnny Storm no participa prácticamente en nada en estas páginas (y evidencia, una vez más, que es el miembro de la familia con quien es más difícil trabajar un buen guion).

Reed Richard es llamado por varios científicos para que colabore como observador en un intento de recreación de las condiciones del accidente con los rayos cósmicos que transformaron a cuatro astronautas en los metahumanos que conocemos como 4 fantásticos. Inevitablemente esto trae recuerdos a Richards y también ciertos dilemas éticos. Será ésta una historia de aires introspectivos pese a poseer elementos de impacto cósmico y que juega con ese objetivo de mantener un equilibrio entre la exploración y el ansia de conocimiento por un lado y la realidad cotidiana de su familia. Unos números en los que no aparece ningún enemigo clásico y donde no hay ni una sola batalla trascendente pero que están dirigidos por un guion robusto y muy especulador que nos viene a decir que el mejor de los universos es el que tenemos en casa.
“Mi sitio esta con mi mujer, mi familia…”
Además, me encanta cómo Straczynski mantiene la doble vertiente de las tramas de la familia del edificio Baxter: Por un lado nos proporciona el sentido de la maravilla de la exploración del cosmos, de los descubrimientos, de las formas de vida que no entendemos... y por otra nos plantea asuntos totalmente cotidianos como las deudas de la economía doméstica y un punto completamente lógico pero que pocos guionistas habían intentado tocar antes cómo es el hecho de la investigación, por parte de servicios sociales, del bienestar de los niños, Franklin y Valeria, viviendo en el edificio Baxter.

Unos primeros números, pues, bastante originales que me han hecho sentir muy cómodo. Quizás para compensar una serie de escenas y aventuras relativamente tranquilas, Straczynski nos trae otro arco argumental repleto de lucha y batallas donde se vuelven a enfrentar la Cosa y Hulk (gris). Nos encontramos con unos números pensados para que visualmente sean impactantes. No siempre podemos encontrar a dos de los superhéroes más potentes físicamente aporreándose a base de bien.
Es una lucha entre monstruos, pero también es una lucha interna. Hulk recuerda hechos de su pasado que más le han marcado. Parece luchar contra sí mismo (por mucho que La Cosa reciba sus consecuencias). Y Ben sabe perfectamente lo que es sentirse un monstruo mejor que nadie. No deja de ser una enésima reflexión a la condición de monstruo que tanto sufren Bruce Banner como Ben Grimm pero muy especialmente este último.
«Quizá jamás podamos morir
ni podamos liberarnos
del monstruo»

En la parte gráfica tenemos a un Mike McKone que mayoritariamente me ha parecido brillante, especialmente en la recreación de grandes escenas épicas. Quizás me falla más en la corta distancia, con los rostros de nuestros protagonistas a veces algo poco definidos, pero en general un dibujo (y un color) bastante destacables.
En definitiva, un número con una primera parte muy interesante y reflexiva y una segunda repleta de acción pero también con su pequeño mensaje introspectivo que llegaba pocos meses antes del inicio de uno de los crossovers que marcarían la casa Marvel para siempre: Civil War.
Eloi Puig
27/07/2025
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